Este año, 2024, concretamente el 1 de agosto, cumplo 25 años en Parqueluz. El día 7 de ese mismo mes hace 25 años, cumplía yo mis 30 abriles. Carrera apenas estrenada, 2 master a mi espalda, y con ideas poco claras hacia mi futuro profesional, de repente me topé con algo que marcó mi vida a todos los niveles. Algo que me hizo madurar a nivel profesional, pero, sobre todo, a nivel personal.
En estos 25 años nunca deje de formarme y de intentar crecer profesional y personalmente. Pero para mí, lo más importante fue que tuve el privilegio o quizá la gran oportunidad de aprender de un modelo de Dirección. Una Dirección comprometida pero obsoleta, motivada pero rígida, confiada pero piramidal. Pero una dirección que me dio la libertad de crear mi propio modelo de trabajo y mi propio equipo. Una Dirección que confió plenamente en mí a pesar de mi juventud y mi inexperiencia. Una Dirección que nunca dudó de mí, ni recriminó mis errores. 25 años después, puedo decir que me siento orgullosa de lo conseguido. Orgullosa de este modelo de trabajo, de sentirme útil, de adaptarme a las circunstancias, de no perder la capacidad de ponerme en la piel del otro, de no dejar ante todo de ayudar y, sobre todo, de nunca dejar de seguir aquello que siempre me ha guiado: disfrutar de lo que hago y contribuir con un granito de arena a mejorar el mundo de las personas.
Han sido 25 años en los que han pasado muchas personas por mi vida: usuarios, familiares y trabajadores. Y de todas ellas he aprendido. Hoy en día, llevo una mochila en la que he ido metiendo todo aquello que me ayuda en mi vida, en mi trabajo y a mejorar como persona. Lo más importante que me han enseñado los usuarios, es que nunca hay que llegar al final del camino teniendo cosas pendientes o cosas que no hemos hecho por miedo.
Lo más importante que me han enseñado las familias, es que lo importante es saber dónde poner el foco en los problemas. Muchos de ellos viven mal el ingreso de su familiar porque ponen el foco en lo triste que es tener que dejar a una persona en una residencia, y no en la realidad, en lo triste que es que una enfermedad provoque que mi familiar ya no me conozca y pierda su identidad.
Y de los trabajadores he aprendido que la actitud es todo en la vida. Que cada uno elegimos libremente nuestra actitud hacia nuestros compañeros y hacia las personas a las que cuidamos. Que quejarse no ayuda. Que cada persona de forma individual es un motor para el cambio. Que hay muchas cualidades que definen a un buen trabajador, pero lo que le hace más grande y lo que deja una huella en los demás, es su actitud ante la vida. Que las empresas son empresas, que cada una tiene sus valores y su forma diferente de hacer las cosas, pero lo que las diferencia, es el corazón, y eso…. lo ponemos los trabajadores.
Y de todos he aprendido dos cosas muy importantes: que no debemos juzgar a nadie, y que antes de culpar al mundo de lo que me pasa, debo de mirar dentro de mí para comprobar que la causa de mi felicidad y de mi infelicidad, nunca está fuera, sino que está en mi interior. Y por todo esto, mi conclusión es el gran agradecimiento que siento hacia #parqueluz, por la oportunidad que me ha dado, y por todo lo que me ha enseñado estos 25 años.
SUSANA JARQUE MONLEON
Psicologa Gerontologa
Coordinadora de centros parqueluz y creadora del modelo de trabajo
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