En los 20 años que llevo trabajando en el sector de las residencias de mayores, he ido viendo cómo el sector ha ido evolucionando. He ido viendo cómo ha cambiado el perfil del usuario, usuario que cada día es más mayor, he ido viendo como se han profesionalizado los centros, como hemos mejorado en calidad, como se ha implicado a la familia en los cuidados de su familiar y, sobre todo, como al fin se está poniendo el foco en el usuario, y en sus gustos particulares.
Sin embargo, en este último año, he visto todo lo contrario. El sector ha dado un giro muy importante, y no a mejor. En un año, ha habido un retroceso abismal en la calidad de vida de nuestros mayores. Un cambio, que ha ocurrido tanto dentro de las propias residencias, como en el propio hogar de las personas mayores. Por esta razón, en PARQUELUZ, uno de nuestros objetivos principales durante toda la pandemia, ha sido mantener la calidad asistencial en todos nuestros centros, así como el bienestar general de nuestros usuarios, hechos que nos han supuesto por un lado un gran esfuerzo por parte del equipo, y por otro, una gran recompensa, puesto que la calidad de vida de nuestros clientes es nuestro objetivo prioritario.
Hace exactamente un año, los usuarios tenían establecidas rutinas a lo largo del día, rutinas que a la mayoría nos hacen sentir seguros. En caso de ser un usuario independiente, podría tener una rutina parecida a esta: “me despierto, me ducho, desayuno, hago ejercicio en el gimnasio, leo el periódico o salgo un rato a pasear, hago una tabla de gimnasia de grupo con el resto de compañeros, como, descanso, meriendo, participo en talleres cognitivos para que mi cabeza continúe funcionando, echo una partida al dominó o veo un rato la tele, descanso y a dormir”. Una rutina cómoda dentro de las posibilidades que me permite mi estado físico y cognitivo.
Además de esta rutina, la mayoría podían ver casi a diario a sus familias, a algún vecino, podían salir a pasear, a comprar, a comer, …. dentro de su rutina, tenían “capacidad de elección”.
¿Pero qué ocurre a partir del 15 de marzo de 2020? ¿Qué ocurre cuando empieza el confinamiento?
En primer lugar, los residentes dejan atrás dos cosas: a sus familias, puesto que ya no pueden verlas, y su capacidad de elección. Se acabó la rutina. Mejor dicho, la rutina ha cambiado por una mucho más simple. Los residentes se quedan un día tras otro en su habitación, con su compañero o compañera, viendo la misma cara las 24 horas del día, esperando que se abra la puerta y aparezca alguien diferente… eso sí, alguien enfundado en un traje, con mascarilla y pantalla protectora, lo cual hace prácticamente irreconocible a la persona que accede a su habitación. Atrás queda la rehabilitación, el taller, el paseo, el dominó…… y las “sonrisas”. Atrás queda todo lo que se podía elegir.
Y pasa un día, y otro, …… se hace muy largo. Y, ¿Cómo están nuestros residentes? ¿Cómo sobrellevan esta situación? Pues evidentemente todo esto les afecta igual que a todos, pero en general están bien. Es sorprendente la capacidad de adaptación y aceptación que esta generación ha llegado a tener. Como han sido capaces de aceptar lo que cada día se les iba imponiendo. A nivel sanitario están protegidos. El objetivo de todos es evitar a toda costa los contagios. Pero a nivel personal, a nivel social, a nivel psicológico…. ¿Quién los protege? Para esa protección estamos nosotros, los trabajadores de la residencia. Ni la administración, ni las familias…. solo nosotros estamos para este nivel de protección.
¿Y exactamente, que es lo que hacemos los profesionales de PARQUELUZ para aliviar este sufrimiento y esta monotonía? Desde el primer momento, el equipo debe adaptarse a una nueva forma de trabajar. Cambian las tareas, los roles. Se requiere un gran esfuerzo por parte de todos para minimizar el riesgo de aburrimiento, inapetencia, desesperación, depresión, e inactividad de los usuarios. Esto va a suponer un gran desgaste psicológico del profesional. La clave de todo esto se haya en el trabajo en equipo, en el apoyo entre todos y cada uno de los trabajadores. Esta es la clave para poder seguir adelante y configurar un día a día diferente. El fisioterapeuta realiza un nuevo plan de actividad: gestiona paseos por turnos en parejas, por la mañana y por la tarde no saliendo de los propios pasillos de las plantas en las que están confinados. La psicóloga y la trabajadora social trabajan conjuntamente detectando a las personas con problemas de conducta para ubicarlas en las antiguas zonas comunes para evitar el aislamiento en la habitación. Gestionan las actividades en las habitaciones: puzzles, prensa, juegos de mesa. Y sobre todo, valiosos ratitos de conversación. Hay que visitar diariamente a todos los residentes. Necesitan nuestro contacto y nuestro apoyo, y nosotros necesitamos normalizar la situación en la medida de lo posible.
Los auxiliares se reparten por plantas. Además de atender a las necesidades básicas de los usuarios: aseo, baño, alimentación, etc. colaboran con los técnicos con los turnos de paseos, las actividades físicas y las actividades de entretenimiento. Todos a una tenemos que conseguir que se sientan entretenidos y, sobre todo, que no se sientan solos. Ahora más que nunca somos su familia y no podemos fallarles.
Los familiares necesitan saber de ellos, necesitan al menos verles, por lo que se habilitan varios teléfonos para poder hacer videollamadas continuamente. Desde el equipo técnico se les transmite tranquilidad y seguridad. Diariamente, Dirección les envía mediante lista de difusión, mensajes sobre el estado de los residentes y también mensajes tranquilizadores y de esperanza. Todos y cada uno han estado a la altura de las circunstancias. Todos y cada uno nos han sabido darnos ánimo para seguir adelante, han dado animo a sus familiares, y nos han acompañado en todo momento.
Y el tiempo pasa y poco a poco los residentes vuelven a poder salir de sus habitaciones. Sin embargo, la normalidad no llega nunca. El centro se divide en varias cohortes (grupos reducidos de usuarios que funcionan independientemente unos de otros). Se pretende que, en caso de rebrote, solo afecte al pequeño grupo que forma la cohorte. Hemos descubierto que, a pesar de las circunstancias, estos grupos tienen cosas positivas. Durante el día se les observa más tranquilos porque ya no hay prisas. Ya no tienen que acudir a los profesionales, ahora son los profesionales los que acuden a ellos. Ahora hay menos desplazamientos por el centro. Se han adaptado a relacionarse únicamente con su grupo, y esto se nota en el ambiente del día a día.
Aun así, considero que los usuarios dentro de la falta de contacto que han tenido con su familia, dentro del encierro en las habitaciones y de la falta de contacto con el exterior, nunca se han sentido solos. Siempre han tenido sentimiento de protección, y la atención que han necesitado. Y los familiares también. Dentro de este alejamiento, han podido vivir a través de una pantalla, desde las redes sociales, desde los videos que se les ha ido mandando, etc., el día a día de sus familiares, y estoy segura que lo han hecho desde la confianza y la tranquilidad, porque así nos lo han ido transmitiendo todo este tiempo. Es más, aun dentro de la pena, seguro que han agradecido que sus familiares estuviesen dentro y no fuera del centro, o lo que podría haber sido peor todavía, solos en su casa.
Este año, entre todos hemos ido aprendiendo cosas nuevas. Nos hemos visto obligados a adaptarnos con miedo y angustia a las nuevas circunstancias, pero nos hemos ido relajando poco a poco con el paso del tiempo. Hoy en día ya no vivimos la situación con el miedo del principio. Hoy tenemos un mayor control y conocimiento de la situación. Ya no nos limitamos a ser meros espectadores de lo que está sucediendo, si no que somos impulsores de los cambios que queremos. Y como cierre desde este pequeño artículo de opinión, me gustaría resaltar una idea, que aun después de haber pasado tanto miedo y tanta presión sobre todo por parte de los medios y la administración, llegados a este punto, en PARQUELUZ nos sentimos muy orgullosos de todo lo que hemos ido aprendiendo por el camino, y de cómo hemos sido capaces de remar juntos tanto trabajadores, como residentes y familiares.
Y por supuesto, no puedo perder la ocasión de AGRADECER, tanto en mi nombre, como en el de todas las personas que trabajamos en PARQUELUZ, a las familias de los residentes ingresados en nuestras residencias, la confianza, la paciencia, el apoyo diario, y la fuerza que nos habéis dado. Habéis sido el impulso para seguir adelante en los momentos más duros. Sin vosotros, todo habría sido aún más difícil, y no habríamos tenido la energía suficiente para sobrellevar tanta carga y responsabilidad. GRACIAS!
También aprovecho para la dar enhorabuena a nuestro equipo. Chic@s, lo hemos conseguido junt@s! Seguimos adelante!!!