… Y por fin llegó «LA VACUNA». ¿El principio del fin?

Va a hacer un año que empezó esta pesadilla. ¡Cuánto hemos perdido por el camino! Tantos días sin besos y abrazos, tantos días tristes, tantos días con miedo…… y tantos sin colegio, sin trabajo, sin socializar, sin pasear, sin viajar…….

Sin embargo, nuestro consuelo está en que la vida continúa, y que pronto vamos a recuperar el tiempo perdido.

Lo que ocurre, es que cuando hablamos de nuestros mayores y del tiempo, los matices son diferentes, ya que, para ellos el tiempo es mucho más relativo. El tiempo de nuestros mayores es corto, un tiempo con fecha próxima de caducidad.

Cuando tienes 80 o 90 años, perder un año de esa vida, perder un año de vivencias y convivencias, pienso que deber ser como si a tu cuerpo se le fuesen desprendiendo poco a poco sus miembros. Qué duro debe ser no ver el final de todo, y solo esperar agarrarte a la vida un poco más para poder ver a tu familia. Y esto da lo mismo que sean los mayores que viven en residencias o los que viven en sus casas. Todos igualmente sienten la falta del calor de los abrazos de sus familias.

Pero ahora ha llegado la vacuna al fin. Esa vacuna que unos ven con esperanza y otros con miedo y desconfianza.

La cuestión es el miedo. ¿Antes miedo a la enfermedad y ahora miedo a la vacuna? Si seguimos viviendo con este miedo es cuando realmente estamos acortando nuestras valiosas vidas.

No hay alternativa a la vacuna. La vacuna es el único medio para poder combatir esta lacra. Por tanto, alabemos a nuestros científicos, agradezcamos su esfuerzo y su trabajo. Y hagamos lo que tenemos que hacer. ¿Qué hubiese ocurrido hace unos años si no hubiese aparecido la vacuna de la viruela? ¿Y la de la polio? Eso sí que lo tienen claro nuestros mayores. Ellos han conocido estas terribles enfermedades. Ellos han esperado con ilusión esas vacunas. Y ahora, ahora ellos si quieren la vacuna, ellos prefieren el riesgo de la vacuna antes que el riesgo de no volver a abrazar ni besar. Aquí no hay miedo. Con la vacuna se acaba el miedo porque empieza de nuevo la vida. Esa vida con fecha próxima de caducidad.